X


[ Pobierz całość w formacie PDF ]

 Sin saber m�s no puedo decirlo. Tal vez los gobernantes teman al pueblo, que se ha
hartado de la guerra. Tal vez todos los ascios sean sólo siervos, y sus amos amenacen
con actuar por s� mismos.
 Usted da esperanzas en un momento y al siguiente las arrebata.
 Yo no: la historia. �Usted ha estado en el frente? Sacud� la cabeza.
 Eso est� bien. En muchos aspectos, cuanto m�s ve un hombre la guerra menos la
conoce. �Qu� ocurre con el pueblo de la Mancomunidad? �Est� unido detr�s del Autarca,
o la guerra lo ha agotado tanto que clama por paz?
Al o�r eso me re�, y como un torrente volvió el viejo rencor que me hab�a llevado hacia
Vodalus.  �Unido? �Clamar? S�, maestro, que usted se ha aislado para fijar la mente en
cuestiones m�s altas, pero no hubiera pensado que alguien pod�a conocer tan poco la
tierra donde vive. La guerra la hacen arribistas, mercenarios y jóvenes aspirantes a
aventureros. Cien leguas al sur es apenas un rumor, salvo en la Casa Absoluta.
El maestro Ash frunció los labios.  Entonces la Mancomunidad es m�s fuerte de lo
que hubiera cre�do. No me extra�a que el enemigo est� desesperado.
 Si eso es fortaleza, que el Misericordioso nos guarde de la debilidad. Maestro Ash, el
frente puede desmoronarse en cualquier momento. Ser�a sensato que viniera conmigo a
un lugar m�s seguro.
Dio la impresión de que no hab�a o�do.  Si los propios Erebus, Abaia y los dem�s
entran en la liza, ser� una lucha nueva. Si entran y cuando entren. Interesante. Pero usted
est� cansado. Venga conmigo. Le mostrar� su cama y las altas cuestiones que, como dijo
hace un momento, vine aqu� a estudiar.
Subimos dos tramos de escalera y entramos a la estancia en la que yo deb�a de haber
visto luz la noche anterior. Era una amplia c�mara de muchas ventanas yocupaba todo el
piso. Hab�a m�quinas, pero menos y m�s peque�as que las que yo hab�a visto en el
castillo de Calveros, y tambi�n hab�a mesas, y papeles, y muchos libros, y cerca del
centro una cama angosta.
 Aqu� duermo un rato  explicó el maestro Ashcuando el trabajo impide que me retire.
No es has tante grande para un hombre de su tama�o, pero creo que le resultar�
cómoda.
La noche anterior yo hab�a dormido sobre piedra; realmente, parec�a muy atractiva.
Una vez que me mostró dónde aliviarme y lavarme, se fue. Lo �ltimo que atisb� de �l
antes de que apagara la luz fue la misma sonrisa perfecta que hab�a visto antes.
Un instante despu�s, cuando los ojos se me acostumbraron a la oscuridad, advert� que
del otro lado de las ventanas brillaba un ilimitado resplandor de perla. �Estamos m�s alto
que las nubes  me dije (sonriendo a medias yo tambi�n) , o bien unas nubes bajas han
venido avelar la cumbre de esta colina, inadvertidas por m� en la oscuridad pero de alg�n
modo conocidas de �l. Ahora veo las cumbres de esas nubes, sin duda muy altas
cuestiones, como vi las cumbres de las nubes desde los ojos de Tifón.� Y me acost� a
dormir.
XVII - Ragnarok: el invierno final
Parec�a extra�o despertarse sin un arma aunque, por alguna razón que no s� explicar,
aqu�lla era la primera ma�ana que lo sent�a. Tras la destrucción de Terminus Est yo
hab�a dormido sin miedo en las ruinas del castillo de Calveros, y sin miedo hab�a viajado
despu�s hacia el norte. La noche anterior hab�a dormido inerme y sobre roca desnuda en
la cima del risco, y  quiz� sólo porque estaba tan cansado no hab�a tenido miedo.
Ahora pienso que todos esos d�as, y de hecho todos los d�as desde que abandonara
Thrax, hab�a estado dejando el gremio atr�s y persuadi�ndome de que era aquello por lo
que me tomaban quienes se cruzaban conmigo: la especie de aspirante a aventurero que
la noche anterior le hab�a mencionado al maestro Ash. Como torturador, no hab�a
considerado la espada tanto un arma como una herramienta y una insignia de mi oficio.
Ahora, retrospectivamente, se me hab�a convertido en arma, y estaba desarmado.
Pens� en esto mientras yac�a de espaldas en el cómodo colchón del maestro Ash, con
las manos debajo de la cabeza. Si me quedaba en las tierras arrasadas por la guerra
tendr�a que conseguir otra espada, y lo m�s sensato era tener una, aunque regresase al
sur. La cuestión era: regresar al sur o no. Si permanec�a donde estaba, corr�a el riesgo de
ser arrastrado al combate, donde bien pod�an matarme. Sin duda Abdiesus, el arconte de
Thrax, hab�a puesto precio a mi cabeza, y era casi seguro que el.
gremio procurar�a asesinarme si se enteraba de que me hab�a acercado a Nessus.
Despu�s de vacilar un rato ante la decisión, como hace uno cuando sólo est� medio
despierto, record� a Winnoc y lo que me hab�a dicho de los esclavos de las Peregrinas.
Porque es una desgracia que un cliente se nos muera tras el tormento, en el gremio nos
ense�an muchas artes de curanderos; a m� me parec�a saber ya por lo menos tanto como
ellas. Haber curado a la chica aquella de la choza, me hab�a reanimado de inmediato. La
chatelaine Mannea ya ten�a de m� buena opinión, y la tendr�a mejor cuando volviera con el
maestro Ash.
Unos momentos antes, me hab�a inquietado no tener un arma. Ahora ya la ten�a: una
decisión y un plan son mejores que una espada, porque en ellos el hombre templa sus
propios filos. Apart� las mantas, notando por primera vez, creo, lo suaves que eran. La
gran estancia estaba fr�a pero colmada de luz; era casi como si hubiera soles en los
cuatro costados, como si todas las paredes dieran al este. Fui desnudo hasta la ventana
m�s próxima y vi el ondulante campo de blancura que vagamente hab�a advertido la
noche anterior.
No era una masa de nubes sino un llano de hielo. La ventana no se abr�a, o en todo
caso yo no sab�a resolver el acertijo del mecanismo; pero apoy� la cabeza en el vidrio y
atisb� hacia abajo lo mejor posible. La �ltima Casa se alzaba, como yo hab�a visto, en [ Pobierz całość w formacie PDF ]

  • zanotowane.pl
  • doc.pisz.pl
  • pdf.pisz.pl
  • odszkodowanie.xlx.pl
  • © 2009 ...coś się w niej zmieniło, zmieniło i zmieniało nadal. - Ceske - Sjezdovky .cz. Design downloaded from free website templates

    Drogi użytkowniku!

    W trosce o komfort korzystania z naszego serwisu chcemy dostarczać Ci coraz lepsze usługi. By móc to robić prosimy, abyś wyraził zgodę na dopasowanie treści marketingowych do Twoich zachowań w serwisie. Zgoda ta pozwoli nam częściowo finansować rozwój świadczonych usług.

    Pamiętaj, że dbamy o Twoją prywatność. Nie zwiększamy zakresu naszych uprawnień bez Twojej zgody. Zadbamy również o bezpieczeństwo Twoich danych. Wyrażoną zgodę możesz cofnąć w każdej chwili.

     Tak, zgadzam się na nadanie mi "cookie" i korzystanie z danych przez Administratora Serwisu i jego partnerów w celu dopasowania treści do moich potrzeb. Przeczytałem(am) Politykę prywatności. Rozumiem ją i akceptuję.

     Tak, zgadzam się na przetwarzanie moich danych osobowych przez Administratora Serwisu i jego partnerów w celu personalizowania wyświetlanych mi reklam i dostosowania do mnie prezentowanych treści marketingowych. Przeczytałem(am) Politykę prywatności. Rozumiem ją i akceptuję.

    Wyrażenie powyższych zgód jest dobrowolne i możesz je w dowolnym momencie wycofać poprzez opcję: "Twoje zgody", dostępnej w prawym, dolnym rogu strony lub poprzez usunięcie "cookies" w swojej przeglądarce dla powyżej strony, z tym, że wycofanie zgody nie będzie miało wpływu na zgodność z prawem przetwarzania na podstawie zgody, przed jej wycofaniem.