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Tormentosa con una rodela rojo fuego que logró protegerlo; este detalle probaba que el escudo estaba preparado
para hacer frente a las armas encantadas.
Jagreen Lern contrajo el rostro en una sonrisa maliciosa cuando reconoció a Elric y le dijo:
Me habían dicho que estarías aquí, albino. ¡Te conozco Elric, y conozco tu destino!
Al parecer, son demasiados los hombres que conocen mi destino mejor que yo repuso el albino . Pero tal
vez si te mato, Teócrata, logre arrancarte el secreto antes de que mueras.
¡Pues no! No son ésos los planes de mi amo.
¡Pero sí los míos!
Volvió a arremeter contra Jagreen Lern, pero una vez más, la espada gritó de rabia al ser rechazada. La sintió
moverse en su mano, pues Tormentosa era un arma casi dotada de vida; notó como palpitaba de frustración, porque
normalmente, el acero forjado en el infierno podía partir el metal mejor templado.
Jagreen Lern llevaba en la enguantada mano izquierda una enorme hacha de guerra que revoleó apuntando a la
cabeza desprotegida del corcel de Elric. Aquello resultaba extraño, puesto que se encontraba en una posición que le
permitía golpear al albino. Elric tiró de las riendas para que su caballo apartara la cabeza, esquivó el golpe y volvió
a cargar contra el pecho de Jagreen Lern con la espada en ristre. La espada rúnica chilló al no poder perforar la
armadura. El hacha de guerra volvió a hender el aire y Elric tuvo que levantar su acero para protegerse; asombrado,
se vio lanzado hacia atrás por la fuerza del golpe, y a duras penas logró controlar su cabalgadura, pues uno de sus
pies había resbalado del estribo.
Jagreen Lern volvió a golpear al caballo de Elric y le partió la cabeza; el animal, con los ojos desorbitados, cayó
al suelo de rodillas en medio de un charco de sangre y sesos, y murió.
Despojado de su cabalgadura, Elric se incorporó con dificultad y se dispuso a recibir el siguiente golpe de
Jagreen Lern.
Pero para su asombro, el rey-hechicero se dio la vuelta para internarse en el fragor de la batalla.
¡Es una pena que tu vida no me pertenezca para poder acabar con ella, albino! Es una prerrogativa de otras
fuerzas. Puede que si vives, y resultamos vencedores, vuelva a buscarte.
Fue tal el asombro de Elric, que no logró entender el sentido de aquella actitud; desesperado, miró a su
alrededor buscando otro caballo y vio un corcel dharijoriano, con la cabeza y las manos bien protegidas por una
abollada armadura negra, que corría desbocado alejándose del terreno de lucha.
Saltó velozmente y aferró una de las riendas, detuvo al animal, colocó un pie en un estribo y se izó sobre la silla,
que resultaba incómoda para un hombre sin armadura. De pie en los estribos, Elric condujo al corcel de vuelta a la
batalla.
A mandobles se abrió paso a través de los caballeros enemigos, matando ora a un Jinete del Diablo, ora a un
tigre de caza que se abalanzaba sobre él con las fauces abiertas, ora a un comandante dharijoriano, ora a dos
soldados que lo golpeaban con sus alabardas. Su corcel reculaba como un monstruo, y ¿1 lo obligaba
desesperadamente a acercarse hacia el estandarte de Yishana hasta que alcanzó a divisar a uno de los heraldos.
El ejército de Yishana luchaba con bravura, pero había perdido la disciplina. Si se deseaba que fuese efectivo,
había que reagruparlo.
¡Haz volver a la caballería! aulló Elric . ¡Haz volver a la caballería!
El joven heraldo levantó la vista. En ese momento sufría el terrible acoso de dos Jinetes del Diablo. La
distracción le costó cara; fue espetado en la espada de un Jinete del Diablo y lanzó gritos agónicos cuando los dos
hombres lo remataron.
Lanzando una maldición, Elric se acercó un poco y golpeó a uno de los atacantes en el costado de la cabeza. El
hombre fue derribado de su cabalgadura y cayó en el fango. El otro Jinete se volvió para encontrarse con la punta
aulladora de Tormentosa murió gritando cuando la espada rúnica se bebió su alma.
El heraldo que había muerto sobre la silla de montar llevaba el cuerpo plagado de cortes. Elric se inclinó hacia
adelante, arrancó el cuerno ensangrentado que colgaba del cuello del cadáver, se lo llevó a los labios y llamó a
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