gorki, maximo dias de infancia

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de la cara y la secó en lugar de secarse el rostro.
-Dame... agua... -tartamudeó.
Cog� una taza; levantó con esfuerzo un poco la
cabeza, sorbió un par de gotas, apartó mi brazo con
su yerta mano y exhaló un hondo suspiro. Luego
volvió la vista a los iconos del rincón, me echó una
mirada, movió los labios como si quisiera sonre�r, y
lentamente dejó caer sobre los ojos las largas
pesta�as. Sus codos se pegaron a sus costados, y las
manos, cuyos dedos se mov�an d�bilmente, treparon
por el pecho como si quisieran llegar hasta la
garganta. Por su cara cruzó una sombra, la amarilla
piel se relajó y la nariz se tornó puntiaguda. Abrió la
boca con expresión como de asombro, pero ya no se
la o�a respirar.
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D � A S D E I N F A N C I A
Largo rato estuve con el vaso de agua junto al
lecho de mi madre y vi cómo se pon�a r�gida y cómo
iba palideciendo cada vez m�s su rostro.
Llegó el abuelo y le dije:
-Mi madre se ha muerto.
El viejo miró a la cama y exclamó:
-�Qu� est�s charlando ah�?
Se acercó al hogar y sacó el pastel de los
domingos, armando un ruido terrible con la lata de
bandeja y la sart�n. Yo le mir�, sabiendo que mi
madre estaba muerta, y esper� sin decir palabra que
el viejo lo comprendiera.
Entró en el cuarto mi padrastro con su chaqueta
de verano clara y ligera y su gorra blanca de
uniforme. Cogió una silla y la llevó junto a la cama
de mi madre; de pronto la dejó caer, y exclamó con
voz tan recia como una trompeta resonante:
-Pero �si est� muerta!... �S�, mire usted!
Mi abuelo se acercó a la muerta muy despacio,
con los ojos muy abiertos; a tientas como un ciego
por la estancia, con la lata del pastel en la mano.
Algunos d�as despu�s del entierro de mi madre
me dijo mi abuelo:
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M� X I MO G O R K I
-Ahora, l�xei, no eres una medalla que yo me
pueda col-gar al cuello... Ya no tengo sitio para ti...
Sal al mundo.
Y sal� al mundo.
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