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montada del Canad�.
Sin embargo, los �nicos uniformes que vi desde una distancia prudencial, utilizando
electroprism�ticos fueron trajes de faena blancos. Por la tarde, descubr� la razón:
camuflaje. Ca�a la nieve, y todo se te��a de un blanco brillante.
Los misteriosos fenómenos naturales de la Tierra siguen despertando en m� un
sentimiento de admiración, pese a mi cuerpo lastimado y mi mente fatigada. En el dilatado
ocaso plateado, los copos semejaban una fantasmal V�a L�ctea que cayera junto a una
giratoria nave espacial.
Me puse los guantes y la m�scara. Esta �ltima, con sus arabescos plateados, me
asemejaba al doctor Brujo Muerte.
Por los electroprism�ticos, observ� otra de las enormes torres en que los mexicanos
automatizados realizan su misterioso trabajo. Record� la pantomima de Federico y el
canto �cavan y excavan�, y comenc� a temblar ante la posibilidad de hallarme junto a un
hoyo de cuarenta kilómetros de profundidad a lo alto del cual insist�a mi imaginación
infantil el dragón de la gravedad podr�a trepar y lanzarse sobre m� para derribarme,
absorberme de cualquier escondrijo y aplastarme contra �l.
No es que yo creyera en la existencia de semejante agujero. Mi mente se resist�a a
aceptar esa idea, y los argumentos de Fanninowicz fueron reveladores. Sin embargo,
parec�a improbable que los t�janos estuvieran extrayendo petróleo all�, donde seg�n me
dijo Mendoza las capas sedimentarias son delgadas y la �ltima glaciación ha dejado al
descubierto, a menudo, las rocas eruptivas subyacentes: basalto, obsidiana, feldespato,
toba, piedra pómez, granito, vidrio volc�nico y sus horribles cong�neres.
Pero, si no petróleo, �qu� buscaban?
Cualquiera que fuese el trabajo realizado en las torres, pude observar que produc�a
mucho calor. La que vi exhalaba vapor en medio de la nieve que ca�a, y permanec�a
persistentemente negra, como un dedo gigante que sobresaliera de las entra�as de la
tierra.
13 - El pozo surtidor
Cuando el siglo veinte ten�a sólo diez a�os, Texas inauguró, con un negro manantial
ascendente, la Era del Petróleo, la era de los coches r�pidos y los grandes camiones, que
sobrepujar�an al ferrocarril, de los potentes tanques y los reactores, que dominar�an las
guerras sucesivas. Con un rugido que se o�a en todo el mundo industrial, un estr�pito tan
fuerte como el del Krakatoa pero muy significativo, en la somnolienta villa de Beaumont,
cerca de la costa donde los hombres de De Soto observaron filtraciones de petróleo
trescientos treinta y ocho a�os antes, el pozo Discovery comenzó a funcionar en el mes
de portamandril. Transcurridos seis meses, el precio de los terrenos de. Beaumont
aumentó mil veces. El petróleo estaba a tres centavos el barril, el agua a cinco centavos
la copa. Al cabo de sesenta a�os, de cada ocho t�janos uno era propietario de una
empresa petrol�fera, y uno de cada siete barriles del petróleo mundial proced�a de Texas.
Texas en resumen y en extensión, Houston House,
Chicago, Texas
En cuanto el crep�sculo avanzó y se hizo de noche, y emprendimos lo que yo esperaba
ser�a la �ltima etapa de mi h�gira terrestre, nuestro grupo quedó reducido a un ACAC y
sus pasajeros. Adem�s de Guchu y yo, iban Carlos Mendoza, el T�cito, el padre
Francisco, Fanninowicz, Rachel y Rosa. Los otros dos ACAC se dirig�an hacia el sur, a su
�ltimo destino: Denver. Nuestra gira tocaba a su fin.
La nieve, dejó de caer. Yac�a como una t�nica de medio metro de espesor sobre el
raqu�tico bosque de hoja perenne.
La noche era muy clara, pero las titilantes estrellas eran eclipsadas por la Luna, que
avanzaba a poca altura sobre el oriente y crec�a hacia su plenitud. Yo hab�a pasado casi
un mes en la Tierra, y miraba con fatigada nostalgia a mi sat�lite natal, punto de unión del
Saco y Circumluna, cósmicamente tan cerca y, sin embargo, tan lejos.
La Luna no era el �nico rival de las estrellas. Ante nosotros, unas espectrales llamas
verdosas refulg�an hacia el c�nit: la aurora boreal, otro notable fenómeno terrestre.
Al cabo de media hora, Rosa notó que las estrellas ten�an un tercer rival, un fulgor
purp�reo sobre el horizonte meridional, directamente a popa. No era tanto un punto
luminoso como un peque�o hemisferio brillante.
Parec�a tener su origen en Fort Johnson o en sus cercan�as. Especulamos
insatisfactoriamente sobre qu� podr�a ser. �Un incendio? �Una parte de la expedición en
nuestra busca? Se insinuó incluso que pod�a ser una bomba atómica, aunque la
estabilidad del fulgor contradec�a tal hipótesis. Adem�s, hasta nosotros no llegaba ning�n
sonido ni onda de choque alguna.
Fanninowicz contribuyó a este debate con una mueca despectiva de autosuficiencia.
Me pregunto dije si ese brillo tiene algo que ver con la torre de perforación de
Fort Johnson.
La mueca despectiva del alem�n varió hacia un gesto ce�udo.
Gran emperador de la mec�nica le salud� . �Simplemente nos desprecia? �O
nos oculta un secreto sobre las grandes torres?
�Secretos! dijo, volviendo a la misma mueca anterior . Me veo obligado a ocultar
miles de secretos en su compa��a, sencillamente porque mi mente abarca gran n�mero
de materias que ustedes no pueden entender. La hormona direccional produce tanto
mentes m�s elevadas como cuerpos m�s altos, especialmente en los teutones de
tendencia intelectual. No siento m�s desprecio por ustedes que por los monos que
rechinan los dientes, se lo aseguro.
Le dej� por imposible, como a un caso perdido alem�n. Guard� en la memoria el dato
de que la hormona tejana del crecimiento era direccional, cualquiera que fuese el
significado de esa jerga. Entonces observ� con indiferencia el brillo purp�reo hasta que
nuestro vuelo constante hacia el norte situó aqu�l sobre el horizonte.
Mis anteriores s�ntomas de enfermedad gravitacional fueron reemplazados por una
lasitud general que no pod�a sin ayuda convertirse en descanso, a causa de los dolores
de mis profundas magulladuras, erupciones y varices.
Los otros pasajeros se quedaron dormidos. Con ayuda del ron les segu� all�, donde
sólo encontr� pesadillas de feroces dragones automatizados que me persegu�an a trav�s
de t�neles al rojo vivo que iban fundiendo gradualmente mi titanio.
Cuando despert�, sin haber repuesto mis fuerzas, la luz solar enrojec�a el horizonte
oriental. El T�cito sustituyó a Guchu en los mandos, El bosque techado de nieve all�
abajo se volvió m�s achaparrado. La Tierra de los Palitos, se le llama.
El terreno de abajo carec�a de las m�s peque�as colinas. No hab�a signos de
ocupación humana. Nuestro ACAC, transparente en su mayor parte, hac�a que aquella
situación pareciera una nada cruzando una desolación. Si no fuera por los dolores, me
habr�a sentido desencarnado.
Despu�s de desayunar todos sobriamente, pero cada uno a su gusto, Rosa dijo:
�Puede una servidora dirigirle la palabra, se�or La Cruz?
�Mi categor�a aumentó a la de se�or�, pens�.
Desde luego, se�orita Morales respond�.
�Cómo piensa marchar al espacio despu�s que lleguemos a Amarillo Cuchillo?
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