(ebook spanish) Dante Alighieri La Divina Comedia 

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como bien puedes ver, junto a Beatriz. 9
Judit y Sara, Rebeca y aquella
del cantor bisabuela que expiando 11
su culpa dijo: "Miserere mei", 12
de puesto en puesto pueden contemplarse
ir degradando, mientras que al nombrarlas
voy la rosa bajando de hoja en hoja. 15
Y del séptimo grado a abajo, como
hasta aquél, se suceden las hebreas,
separando las hojas de la rosa; 18
porque, según la mirada pusiera
su fe en Cristo, son esas la muralla
que divide los santos escalones. 21
En esa parte donde está colmada
por completo de hojas, se acomodan
los que creyeron que Cristo vendría; 24
por la otra parte por donde interrumpen
huecos los semicírculos, se encuentran 26
los que en Cristo venido fe tuvieron. 27
Y como allí el escaño glorioso
de la reina del cielo y los restantes
tan gran muralla forman por debajo, 30
de igual manera enfrente está el de Juan 31
que, santo siempre, desierto y martirio
sufrió, y luego el infierno por dos años; 33
y bajo él separando de igual modo
mira a Benito, a Agustín y a Francisco
y a otros de grada en grada hasta aquí abajo. 36
Ahora conoce el sabio obrar divino:
pues uno y otro aspecto de la fe
llenarán de igual modo estos jardines. 39
Y desde el grado que divide al medio
las dos separaciones, hasta abajo,
nadie por propios méritos se sienta, 42
sino por los de otro, en ciertos casos: 43
porque son todas almas desatadas
antes de que eligieran libremente. 45
Bien puedes darte cuenta por sus rostros
y también por sus voces infantiles,
si los miras atento y los escuchas. 48
Dudas ahora y en tu duda callas;
mas yo desataré tan fuerte nudo
que te atan los sutiles pensamientos. 51
Dentro de la grandeza de este reino
no puede haber casualidad alguna,
como no existen sed, hambre o tristeza: 54
y por eterna ley se ha establecido
tan justamente todo cuanto miras,
que corresponde como anillo al dedo; 57
y así esta gente que vino con prisa
a la vida inmortal no sine causa
está aquí en excelencias desiguales. 60
El rey por quien reposan estos reinos
en tanto amor y en tan grande deleite,
que más no puede osar la voluntad, 63
todas las almas con su hermoso aspecto
creando, a su placer de gracia dota
diversamente; y bástete el efecto. 66
Y esto claro y expreso se consigna
en la Escritura santa, en los gemelos
movidos por la ira ya en la madre. 69
Mas según el color de los cabellos, 70
de tanta gracia, la altísima luz
dignamente conviene que les cubra. 72
Así es que sin de suyo merecerlo
puestos están en grados diferentes,
distintos sólo en su mirar primero. 75
Era bastante en los primeros siglos 76
ser inocente para estar salvado,
con la fe únicamente de los padres; 78
al completarse los primeros tiempos,
para adquirir virtud, circuncidarse
a más de la inocencia era preciso; 81
pero llegado el tiempo de la gracia,
sin el perfecto bautismo de Cristo,
tal inocencia allá abajo se guarda. 84
Ahora contempla el rostro que al de Cristo 85
más se parece, pues su brillo sólo
a ver a Cristo puede disponerte.» 87
Yo vi que tanto gozo le llovía,
llevada por aquellas santas mentes
creadas a volar por esa altura, 90
que todo lo que había contemplado,
no me colmó de tanta admiración,
ni de Dios me mostró tanto semblante; 93
y aquel amor que allí bajara antes
cantando: «Ave María, gratia plena»
ante ella sus alas desplegaba. 96
Respondió a la divina cancioncilla
por todas partes la beata corte,
y todos parecieron más radiantes. 99
«Oh santo padre que por mí consientes
estar aquí, dejando el dulce puesto
que ocupas disfrutando eterna suerte, 102
¿quién es el ángel que con tanto gozo
a nuestra reina le mira los ojos,
y que fuego parece, enamorado?» 105
A la enseñanza recurrí de nuevo
de aquel a quien María hermoseaba,
como el sol a la estrella matutina. 108
Y aquél: «Cuanta confianza y gallardía
puede existir en ángeles o en almas,
toda está en él; y así es nuestro deseo, 111
porque es aquel que le llevó la palma
a María allá abajo, cuando el Hijo
de Dios quiso cargar con nuestro cuerpo. 114
Mas sigue con la vista mientras yo
te voy hablando, y mira los patricios
de este imperio justísimo y piadoso. 117
Los dos que están arriba, más felices
por sentarse tan cerca de la Augusta
son casi dos raíces de esta rosa: 120
quien cerca de ella está del lado izquierdo
es el padre por cuyo osado gusto
tanta amargura gustan los humanos. 123
Contempla al otro lado al viejo padre
de la Iglesia, a quien Cristo las dos llaves
de esta venusta flor ha confiado. 126
Y aquel que vio los tiempos dolorosos
antes de muerto, de la bella esposa
con lanzada y con clavos conquistada, 129
a su lado se sienta y junto al otro
el guía bajo el cual comió el maná
la gente ingrata, necia y obstinada. 132
Mira a Ana sentada frente a Pedro, 133
contemplando a su hija tan dichosa,
que la vista no mueve en sus hosannas; 135
y frente al mayor padre de familia,
Lucía, que moviera a tu Señora 137
cuando a la ruina, por no ver, corrías. 138
Mas como escapa el tiempo que te aduerme 139
pararemos aquí, como el buen sastre
que hace el traje según que sea el paño; 141
y alzaremos los ojos al primer
amor, tal que, mirándole, penetres
en su fulgor cuanto posible sea. 144
Mas para que al volar no retrocedas,
creyendo adelantarte, con tus alas
la gracia orando es preciso que pidas: 147
gracia de aquella que puede ayudarte;
y tú me has de seguir con el afecto,
y el corazón no apartes de mis ruegos.» 150
Y entonces dio comienzo a esta plegaria.
CANTO XXXIII
«¡Oh Virgen Madre, oh Hija de tu hijo,
alta y humilde más que otra criatura,
término fijo de eterno decreto, 3 [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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