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reír. Justo cuando había encontrado el valor para romper con algunas
reglas, un metal oxidado la había frustrado. Pronto la risita se convirtió en
una carcajada, pero entonces, antes de alcanzar el grado de histeria, oyó
unos golpes en la puerta.
¿Rory? He oído unos golpes. ¿Necesitas ayuda?
Alec... Rory no pudo dejar de reírse mientras se ponía la bata. Necesitaba
ayuda, estaba claro. ¿Y Alec no se quedaría pasmado cuando supiera para
qué?
CAPITULO 7
En sus buenos tiempos, Alec hubiera usado cualquier excusa para
justificar su comportamiento, pero aquello las superaba a todas. Su nueva
inquilina había hecho ruido en el piso de arriba. ¿Y qué? Seguramente
estaría colgando un cuadro. Aunque el ruido reverberaba en los grifos de su
cocina, así que pensó que tal vez necesitara ayuda. La fontanería del
edificio siempre daba problemas.
Además, no había necesitado excusa para subir. No había podido
quitársela de la cabeza en toda la tarde, especialmente desde que el tema
que estaba investigando en esos momentos trataba sobre las a menudo
dolorosas iniciaciones de las neófitas en el ambiente del club. No hacía más
que imaginársela participando en el competitivo juego de la seducción... y a
él mismo iniciándola en el tema.
Cuando ella abrió la puerta, vestida únicamente con una bata blanca y
frunciendo el ceño, supuso que había estado en lo cierto con la fontanería.
La llave inglesa que llevaba en la mano confirmaba sus sospechas.
Hola la saludó, incapaz de decir más.
Hola respondió ella, apoyada contra la puerta medio abierta. El nudo
del cinturón de su bata se había soltado un poco, revelando una porción del
muslo desnudo. A Alec se le hizo la boca agua.
¿He venido en mal momento?
El ceño fruncido de Rory dejó paso a una enigmática sonrisa.
La verdad es que no podías haber elegido un momento mejor.
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El tono áspero de su voz le produjo a Alec una instantánea tensión desde
el pecho hasta la ingle y no pudo evitar preguntarse el porqué de esa
oleada de deseo. En el club ligaba cada noche con hermosas mujeres y
aunque todas intentaban seducirlo, ninguna había conseguido trasladar sus
barreras defensivas.
Rory ni siquiera lo estaba intentando y sin embargo...
Se obligó a recordarse que debía permanecer distante.
Piensa en la recompensa, Alec. Piensa en la recompensa .
Me alegro dijo él, con una voz más propia de Xander que de Alec. Se
irguió y carraspeó, decidido a no dejarse llevar por la electricidad que
vibraba entre ambos. No había hecho falta más que una porción de carne
desnuda para que se le descontrolara la parte de su cuerpo que más
necesitaba controlar . ¿Problemas con la fontanería?
Algo así dijo sonriendo con ironía . ¿Hay algún secreto para abrir
los grifos de la bañera?
Alec se relajó al instante. Rory sólo necesitaba ayuda con los grifos.
El cuarto de baño de este piso no se ha usado mucho. Supongo que
estarán un poco duros.
Duros, ¿eh? Lo sé hizo un guiño . Demasiado bien abrió del todo
la puerta y le ofreció la llave inglesa . Puede que tú tengas mejor suerte.
Sintiendo una punzada de aprensión, Alec entró en el apartamento de
Rory. A pasar de que apenas había cajas y bolsas desperdigadas por el
suelo, el efecto era mucho más cálido y hospitalario que el de su propio
apartamento, donde llevaba viviendo seis meses. Tal vez fuera el resultado
del tentador aroma a vainilla que impregnaba el aire.
En vez de seguirlo al cuarto de baño, Rory se dirigió hacia la cocina.
Voy a prepararme algo de beber. ¿Te apetece?
Genial respondió él. A pesar del sándwich y la cerveza, el estómago
no paraba de rugirle, así que la siguió a la cocina para proponerle que
encargasen algo de comer. No habría ningún peligro en aquello, ¿verdad?
En una rápida comida como recompensa por sus habilidades fontaneras .
¿Has comido?
No desde que tomé una galleta salada a la hora del almuerzo dijo ella
abriendo el frigorífico . Por desgracia, las cosas que mi tía me dio no
incluyen nada interesante. A menos que te mueras por macarrones en lata.
¿Pizza o tailandesa? preguntó él.
Rory se quedo pensando unos instantes, con los ojos entornados. A Alec
la pregunta le parecía muy simple. Era jueves y los jueves siempre tocaba
comida tailandesa, o, las noches que trabajaba, cola de caimán frita de la
cocina de Dixie Landings.
Si es una pregunta difícil... empezó a decir.
¡Claro que lo es! dijo ella con una tímida sonrisa . Esta es mi
primera noche aquí, ¿recuerdas? Me gustaría hacer algo especial, ¿sabes?
Una pequeña celebración.
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Él intentó girarse para que no le viera poner una mueca, pero no le dio
tiempo.
¿Qué? preguntó ella con escepticismo.
¿Has pensado alguna vez que te estás tomando demasiado en serio eso
de tu primera vez en la gran ciudad ?
¿Y tú has pensado alguna vez que estás confinado aquí? replicó ella
poniendo los brazos en jarras . ¿Desde cuándo vives en Chicago, doctor
Manning?
Seis meses.
¿Y antes dónde vivías?
En Boston.
Así que creciste en Chicago, te mudaste a Boston y luego volviste a
Chicago. Apuesto lo que sea a que no has pasado más de medio día en las
afueras en los últimos diez años.
Olvidas que crecí no lejos de donde creciste tú. Hay lugares peores
para vivir que en las afueras.
Ella frunció el ceño, y los hombros le temblaron como si estuviera
conteniendo la ira.
Lo sé. Pero tú puedes ser un auténtico aguafiestas. ¿No estás cansado
de ser tan aburrido?
¿Aguafiestas? ¿Aburrido? ¿Confinado? Cielos, su nueva imagen era todo
un éxito con las mujeres.
Eso duele dijo él.
¿No querías que fuera sincera?
Sí, pero tal vez deba replantearme la petición.
Demasiado tarde respondió ella.
Era la historia de siempre. Alec no podía contar las veces que había
querido algo y había hecho todo lo posible por conseguirlo, para luego
arrepentirse de las consecuencias. Sin embargo, sospechaba que no iba a
arrepentirse de nada relacionado con la señorita Rory Carmichael, siempre y
cuando mantuviera los pantalones abrochados. Una tarea que se hacía más
difícil a medida que la bata de Rory se deslizaba por su hombro.
Tú ganas concedió él, lanzando al aire la llave inglesa y agarrándola al
vuelo. Era mejor concentrarse en lo que tenía que hacer . Vístete y
cuando haya acabado aquí, te llevaré al Loop para que pruebes la verdadera
comida de Chicago.
La sonrisa de Rory iluminó su rostro como los fuegos artificiales de la
Noche Veneciana, para la que sólo faltaba una semana. Alec se imaginó a
los dos, acurrucados bajo una manta en North Side Beach, viendo el desfile
de yates y veleros y bebiendo vino mientras los fuegos artificiales
iluminaban el cielo de Navy Pier.
Pero cuando entró en el cuarto de baño, la romántica imagen fue
sustituida por las fantasías que normalmente lo metían en serios problemas.
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Las velas llenaban hasta el último rincón del cuarto de baño, casi intactas
y despedían el aroma a vainilla que lo había embriagado nada más entrar
en el apartamento de Rory. Aspiró hondamente, hinchándose los pulmones
con el dulce olor.
Entonces vio sus ropas, amontonadas en un rincón. El sujetador de seda
asomaba pro debajo del jersey lavanda. Vio también el frasco de loción, con
el tapón torcido, sobre el inodoro. Al ver la vainilla de la etiqueta se
preguntó cuánta loción se habría aplicado Rory en su cuerpo y cuánto
tiempo podría resistir él antes de volverse loco.
El viejo Alec Manning, ahora temporalmente encarnado en Xander Mann,
no habría perdido ni un minuto más con absurdas especulaciones. Xander
habría agarrado el frasco, se habría llevado a Rory al dormitorio, y habría
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